Article publicat a “La Vanguardia” el 03/05/02 per Joaquín Luís Ortega
Memoria de Barcelona en el siglo XVII
El reciente hallazgo de las ruinas del Born dotan de máxima actualidad a este libro centrado en la Barcelona anterior a la guerra de Sucesión. Gracias a la transcripción de los “leves fragmentos de vida” recogidos con el detalle y la ceremonia propia de los notarios, el historiador barcelonés Albert García Espuche (1951) nos sumerge en la Barcelona “francesa” de mediados del XVII sitiada por las tropas de Felipe IV. Francesc Lentisclà, “notario público de Barcelona, ciudadano honrado, caballero y casi noble”, fue testigo del pulso que la Ciudad Condal sostuvo con la guerra y la enfermedad para impedir que éstas detuviesen su trajín diario. Con el pendón de Santa Eulàlia guardando las murallas y las campanas de Santa Maria del Mar alertando a los ciudadanos sobre cualquier novedad, la vida de los menestrales, rescatada por el autor del “Archivo de protocolos de Barcelona”, transcurre entre negocios inmobiliarios, intercambios, fletes y herencias, sin olvidar robos, peleas, escándalos y adulterios de los que da fe con gran vocación Francesc Lentisclà. La originalidad de este libro no reside en Lentisclà como personaje literario -muy frío-, ni en la descripción costumbrista de sus periplos por el Born o la Rambla sino en el acierto del autor a la hora de reseñar con gracia “los años franceses” y el impacto de la peste en la ciudad durante su asedio en 1651 y 1652. El bloqueo marítimo arruinó a numerosos ciudadanos, otros abandonaron la ciudad, se dirigieron al campo y sus propiedades fueron asaltadas. Los galenos huyeron por temor al contagio y no volvieron a pesar de la cadena de oro que se les ofrecía a los que regresaran. Pero ni la peste ni los cañonazos que los castellanos disparaban desde Santa Madrona doblegaron la voluntad de un notario que levantó acta de la rendición de la ciudad el 11 de octubre de 1652 ante don Juan de Austria.
Article publicat a “El Mundo” l´11/04/02 per Care Santos
El inventario
Si algo sorprende de la ficha biobibliográfica que aparece en la solapa de esta novela es la fidelidad del autor hacia un escenario y hacia determinadas épocas. El escenario, una omnipresente Barcelona que centra los dos títulos ensayísticos que ha publicado hasta ahora, así como su actividad profesional como comisario de exposiciones como la conocida El Quadrat d’Or. Centro de la Barcelona modernista, de 1990. García Espuche es un historiador que ejerce de apasionado. Tal vez por eso haya decidido dar el salto a la ficción que supone esta su primera novela. Aunque se trata, lo señala Arcadi Espada en las palabras que acompañan al libro, de una ficción veraz e indiscreta “como el archivo de un notario”. Y es que García Espuche entra en el terreno de la novela sin traicionarse a sí mismo. Acaso tampoco pueda abordarse la escritura de una historia como esta sin pasión hacia lo narrado pero tampoco sin años de profundo conocimiento.
Pues bien, El inventario narra la historia de Barcelona durante la segunda mitad del siglo XVII, a partir de la denominada Guerra dels Segadors, desde la perspectiva de una familia de notarios y de los secretos que sus archivos guardan. Y éstas y aquéllos no sólo atesoran los grandes datos objetivos, también las pequeñas secuencias de vida cotidiana que tienen lugar dentro y fuera de su casa y que sirven para tejer historias. De esos recuerdos se va entresacando lo político o lo social, lo doméstico y lo íntimo, mimbres que sirven para urdir un relato con grandes dosis de buen pulso narrativo, rigor histórico y hasta sentido del humor. Al final, prevalece la memoria de los testigos y protagonistas de su tiempo. Y es que la literatura es, sobre todo, eso: memoria.
Article aparegut a “El Periódico” el 22/03/02 per Josep M. Huertas
Carrers per a uns manuscrits del segle XVII
La contraportada d’El inventario assegura que es tracta d’un llibre inclassificable. Se’n podria dir el mateix de l’autor, arquitecte de carrera, historiador de vocació i un gran comissari d’exposicions (per posar-ne un exemple, El quadrat d’or). Albert García Espuche publica ara la història de Francesc Lentisclà –el notari més important de la Barcelona del seu temps–, delimitada entre el 1640 i el 1652, els anys en què Barcelona va viure en estat de guerra i va estar ocupada pels francesos.
García Espuche ha descrit, a través dels manuscrits de Lentisclà, els avatars d’una ciutat on convivien ciutadans corrents, vividors que prosperaven per treure partit del conflicte, esclaus subhastats, dones adúlteres i canonges de vida regalada. Un lèxic de notable riquesa, unit a la voluntat literària de l’autor, embolcalla les històries que s’entreteixeixen a El inventario. Entre aquestes discorren infortunis com l’epidèmia de pesta i el setge de Barcelona, costums tan cruels com els càstigs públics al Born i novetats com els primers balcons de la ciutat. El resultat és un llibre d’una sorprenent amenitat, en especial un cop que el lector aconsegueix trencar el respecte que li pot merèixer un lèxic que exigeix complicitat.
Dóna la casualitat que bona part de l’acció de la novel.la transcorre a la part del barri de la Ribera que va ser derruïda després de la derrota del 1714, i aquests dies García Espuche, com un Lentisclà del segle XXI, deambula fascinat per entre els treballs arqueològics del Born, que han posat al descobert carrers que apareixen a El inventario, amb l’empedrat que van tenir. “És com si fos Pompeia”, s’emociona l’autor, i amb raó, ja que la Barcelona del llibre sorgeix davant dels seus ulls com un miracle. “És com si els habitants del barri de la Ribera, obligats a derruir ells mateixos les seves cases per alçar en lloc seu la fortalesa de la Ciutadella, fossin ara compensats, almenys espiritualment”.
Article publicat a “El País” el 31/01/02
García Espuche recrea la Barcelona del XVII a través de la mirada de un notario
Es un libro raro. Eso lo reconoce con orgullo el autor, Albert García Espuche, y lo corrobora el editor, Xavier Folch, quin explica que no ha sido fácil encajar en una col·lección un libro sobre historia que no es novela, ni ensayo, ni crónica. Todo lo que se explica en El inventario és verídico, nombres propios incluidos, y se ha extraído de los legajos de Francesc Lentisclà y otros notarios de la época que se conservan en diversos archivos notariales. García Espuche se apoya en ellos y en la historia del caballero Lentisclà para realizar un retrato literario de la sociedad barcelonesa de mediados del siglo XVII, centrándoses en los 12 años, entre 1640 y 1652, en que Cataluña dependió de la monarquía francesa.
Fue una época en la que, como cuenta García Espuche, la ciudad vivió el drama de la guerra, el hambre y la peste, pero al mismo tiempo la vida cotidiana seguía su ritmo. “La gente sigue viviendo, haciendo el amor…”, explica el autor, quien considera que de esta historia “se extraen lecciones universales sobre el hombre, sus cobardías y pasiones, que lo alejan de la historia local”.
La acción del relato se concentra en el barrio de la Ribera, que en el siglo XVII era el centro neurálgico de la ciudad y que, tras la derrota en la guerra de Sucesión, fue destruido en gran parte para construir la Ciudadela. García Espuche reconstruye en su libro aquella Barcelona derruida, que ahora está volviendo a emerger en parte en las excavaciones que se están realizando en el interior del Mercat del Born.
García Espuche, director de exposiciones del Fòrum 2004, es a la vez arquitecto e historiador, y en el libro estas dos facetas se unen para mostrar un fresco de la sociedad y la estructura urbana de la ciudad en una época que ya había abordado en el libro Un siglo decisivo. Barcelona y Cataluña 1550-1640. En El inventario se combinan la historia épica y la vida cotidiana a través de un personaje, el notario Lentisclà que, como explicó el historiador Ricardo García Cárcel en la presentación del libro, “es la antítesis de los típicos héroes de las novelas históricas”.
Article aparegut a “La Vanguardia” el 31/01/02 a cura de Xavia Ayén
Novela garantizada ante notario
El historiador y arquitecto Albert García Espuche (Barcelona, 1951) está aquejado, según propia confesión, de “una extraña enfermedad” que le hace disfrutar como un colegial consultando archivos notariales. Se ha recorrido los de toda Cataluña, causando estupor en los empleados que le han proporcionado, año tras año, vetustos legajos para su deleite. El día en que accedió a los papeles del notario Francesc Lentisclà tuvo claro que aquello daba para construir una obra literaria sobre la vida cotidiana de la ciudad de Barcelona entre los años 1640 y 1652, cuando la Guerra dels Segadors.
El estimulante resultado es El inventario (Muchnik Editores), una novela cien por cien real -garantizada ante notario-, con notable hálito narrativo, “donde si aparece una escena en la que a unos infelices les roban algo, puedo aportar el documento en que se demuestra. Todos los nombres y apellidos que aparecen son reales, todos los detalles…”. La principal fuente han sido los papeles de Lentisclà, un antihéroe aquejado de sordera, aficionado a los caramelos y el agua helada, misógino y sin ideología, aunque simpatizante del poder. Alguien “que fue ascendiendo socialmente hasta llegar a la cumbre, cuando se estableció en la calle Montcada, lo que entonces era un signo de la mayor distinción”.
El tema, además, presenta interés para los historiadores. El catedrático Ricardo García Cárcel sostiene: “Nos hemos hartado de decir que, de 1640 a 1643, hubo una euforia catalana por la separación de la monarquía española y la unión con la francesa, y después un desencanto que desembocaría en el retorno al redil español. Pues bien, aquí vemos claramente que la gente era indiferente, y que la causa de volver con España fue más prosaica: la peste. Otro mito que desmonta es el de la economía de guerra, pues García Espuche demuestra que fue beneficiosa para buena parte de los catalanes, que aprovecharon la trágica situación en beneficio de algunos negocios”. El propio autor dice que “no se puede hablar de decadencia: las casas pasan de tener ventanas a balcones, la ciudad embellece y se disparan las obras”.
El libro descubre facetas curiosas del día a día: los dulces que se comían, los hilarantes diálogos de los pleitos por adulterio o el tetralingüismo reinante (latín, catalán, castellano y francés). También aspectos trágicos, como los crímenes de los delincuentes más buscados o la pervivencia del esclavismo.El autor explica también que, hoy, las obras de la futura biblioteca del Born han puesto al descubierto un importante legado: “Me ha emocionado mucho encontrarme prácticamente con la casa de Lentisclà. A causa de mi obsesión patológica por los documentos, conozco exactamente el catastro de la época: todas las calles que echaron abajo para construir la Ciutadella, casa por casa, incluso sé de memoria los nombres de las familias que vivían en cada una. Pido a la Administración que reflexione antes de seguir las obras, porque son calles con un gran valor simbólico”.