Vas de viaje a cualquier ciudad del mundo y un amigo te da la dirección de un bar, como si te diese el número de la combinación de una caja fuerte. Es un bar que según tu amigo “no conoce nadie y al que no van los turistas”, de manera que te pide que no lo cuentes. Una vez en el bar, resulta que tu amigo tenía razón, nadie lo conoce, ni ningún turista lo ha pisado jamás, pero es porque es el bar más infecto que has visto en tu vida. Es caro, tiran mal la cerveza, y los camareros no paran de darte conversación. Pero precisamente por eso se pone de moda y un día, tú, no podrás evitar recomendárselo a alguien para parecer interesante. Les decimos esto, porque si bien a continuación les ofreceremos una guía de bares algo golfos, no todos han sido recomendados por el amigo que les decíamos. Claro que hemos incluido bares donde para entrar, hay que llamar a la puerta y decir que eres amigo del portero, lo que si bien es un comportamiento raro, gusta mucho a los clientes. En cambio, no hemos incluido ni uno sólo de esos bares en serie, con falsos sacos rústicos de café por las esquinas y nombre italiano. No los hemos incluido porque no tienen puerta (así gastan el doble en calefacción), lo que a algunas personas nos pone muy tensas. Ambiente canalla. En la canción Un amor en cada bar, Gato Pérez, un rumbero argentino afincado en Barcelona por los años setenta, hablaba del Arco del Teatro. En el número 11 de esa calle está el Kentucky. Allí iban los marineros de los barcos atracados en el puerto, a buscar prostitutas, y hoy se puede encontrar un ambiente mezclado de turistas, exiliados económicos que buscan ligue y chicas autóctonas (que no se sabe qué buscan). En el jukebox podrán oír los últimos éxitos de un reciente programa televisivo muy popular, Operación Triunfo, o canciones del gran Pablo Abraira. Lo regenta una familia unida.Ambiente clandestino. En la plaza de Georges Orwell, hay un bar llamado Manolo que todo el mundo llama Marc (en realidad, tampoco nadie llama a la plaza Orwell por su nombre, pero de esto hablaremos otro día). Parece ser que la gracia del bar es que hay un perro que si no te conoce trata de morderte, o sea que a ese bar hay que ir siempre con alguien que ya haya estado allí, para que el chucho le identifique. El dueño pone una música que podríamos llamar industrial posmoderna electrònica. Si los usuarios le preguntan: “¿Qué música pones?”, contesta que no lo puede decir, o todo el mundo lo sabría. Ambiente guiri. Para ti, hooligan del Liverpool, si es que aún estás por aquí, un ambiente en el que te sentirás como en casa. No porque te propongamos un bar de hooligans, sino porque en el bar que te proponemos hay muchos ingleses. El Dot, en la calle Nou de Sant Francesc, 7, se llena de estudiantes que tienen becas Erasmus y algunas mujeres han quedado muy contentas después de conocerlos. Puede que sólo sea una leyenda urbana, pero suena que los Erasmus apenas hablan y van al grano. También hay guiris en el Barcelona Pipa Club, en la plaza Real, 3, que posee cómodos sofás para desparramarse. Para entrar, hay que llamar al portero y decirle cuántos sois. Ambiente antiglobalizador (llámenlo antiglobi). El Bahía en la plaza de George Orwell, es el bar antiglobalizador por excelencia. Lo regenta el cantante Manu Chao. Por ver su belleza, algunas han llegado a ponerse foulards en el cuello, hechos en un “taller de tintes”.Ambiente kitsch. Lo del ambiente kistch es com lo de los pechos y los labios. Siempre es más bonito que sean naturales, pero si te operas, tambien tiene su mérito. Los bares kitsch que os proponemos son operados, pero gustan. El café que pone Muebles Navarro, en Riera Alta, 4-6, es una antigua tienda de muebles (con sus muebles). Esos tresillos que habíamos olvidado se agrupan alrededor de las mesitas bajas de mármol rosa que no pudimos olvidar. El Pilé 43 está en la calle Aglà, 4 (detrás de la plaza Reial) y en él, a parte de merendar, uno puede comprar la silla en la que se ha sentado. También está La bata de Boatiné, en la calle Robador, 18, y el Benidorm, en la calle Joaquim Costa, 39, un bar donde Alfredo Landa se habría sentido como en casa, y que tiene un ambiente muy mezclado de gente del barrio y guiris.Ambiente de moderneo. En el Mon Bar, en la plaza del Sol, y el Gusto, en la calle Francisco Giner, 24, se reunen los universitarios con el flequillo más bien peinado y las universitarias con la corbatita más encantadora de la ciudad. El Café Royale, en Nou de Zambrano, 3, es también un bar de moderneo pero para gente de treinta años en adelante. Algunos clientes que no son escoceses llevan faldas (así que, hooligan, por tu bien y por su bien, no vayas). El Soda, en la calle Avinyó, 24, es el bar de los fashion victims, así que un antiglobalizador puede sentirse algo incómodo allí dentro. Nunca se sabe donde termina el look Enrique Iglesias y donde empieza el look “quiero ser tan guapo como Manu Chao”.Notarán que en esta guía no hemos puesto bares de ambiente gay. Verán: entre los heterosexuales, está de moda ir en masa a algun bar homosexual “porque ponen música disco”. Lógicamente, por su culpa, el bar no tarda en volverse heterosexual, y los homosexuales (que ya no caben) tienen que huir a otro bar, confiando en que los heterosexuales tarden un poco en descubrirlo. Para no contribuir a tanto “cierre por cambio de orientación en el negocio” vayan al Schilling, en la calle Ferran, 23, de ambiente mixto. De todas formas, si lo que quieren es un dry martini, sin tonterías, les recomendamos el Ideal, en la calle Aribau, 89.